Un hombre de 45 años está acusado de abusar sexualmente a una joven de 26 años en Río Cuarto, Córdoba. La habría contactado por Chat ofreciéndole un trabajo como cocinera en su empresa constructora.
Con la excusa de una entrevista laboral, el hombre habría citado a la chica el viernes al mediodía en la avenida Italia al 2400. Él habría llegado al encuentro en un automóvil Renault 12 y le habría propuesto a la joven que suba, ya que a dos cuadras se encontraba su empresa constructora; ella habría accedido. Luego, según afirma la joven, el hombre la condujo por un camino rural donde abusó de ella. Una vez consumado el hecho, la dejó en el lugar de la cita y se dio a la fuga. Fue interceptado, horas más tarde, por la policía.
Según informaron fuentes policiales, el detenido, cuyo nombre virtual en el Chat era “Jack”, tenía antecedentes penales en delitos contra la integridad sexual.
Este no es el primer caso de contactos a través del Chat que terminan en abuso sexual, el problema principal se plantea a partir de la poca regulación que tiene Internet en nuestro país y en varios lugares del mundo.
El anonimato propio de este sistema de comunicación modelo siglo XXI, lleva a que muchos hombres se escuden detrás de una pantalla para citar a jóvenes esperanzadas por conseguir un trabajo o encontrar al amor de su vida y abusar de ellas.
Debería plantearse entonces ¿quién debería regular Internet? y ¿cuáles deberían ser esas regulaciones? si hoy en día cualquier persona con un nombre falso puede subir videos de un tercero en la Web y perjudicarlo en su vida social como le sucedió, por ejemplo, a María Fernanda “Chachi” Telesco a partir de la publicación de un video íntimo en el sitio Youtube. La actriz debió estar varios meses en negociaciones, abogados de por medio, con la empresa de videos para que accedieran a quitar el suyo de la red.
Volvemos siempre al mismo camino, las libertades de uno terminan donde comienzan las del otro, e Internet se está convirtiendo en un ayudante involuntario de situaciones límite y perjudiciales.
Celeste Janczuk